Entrevista publicada en la Revista "Corazón y salud", de la Federación Española del Corazón (Nº 27, julio a septiembre de 2.003).

 

Pocos han reparado en que ese señor sencillo que toma una infusión sentado en una de las mesas de la cafetería es todo un mito de la canción española. Casi nadie se ha dado cuenta de que detrás de esa fachada de hombre corriente se halla el artista que convirtió temas como «Porompompero», «Mi carro» o «Que viva España» en auténticos himnos de toda una generación. En esa naturalidad espontánea radica el éxito de Manolo Escobar, algo más que un cantante: un intérprete de verdad, sin artificios.

No sé cuál es el secreto para tener una trayectoria musical de tantos años, y me alegro de no saberlo -confiesa-. Imagino que influye haber cantado siempre cosas sencillas que le han gustado a la gran mayoría, al pueblo llano. Yo era el típico español que la madre quería tener como hijo o como novio para sus hijas. Además, siempre iba con la familia detrás de mí, y transmitía una unión bastante sólida que agradó bastante en determinada época.

La relación que muchos malintencionados hacen entre sus canciones y lo más rancio de la cultura española no le afecta en lo más mínimo.

Nunca he sentido la necesidad de hacer otro tipo de música. He interpretado toda clase de géneros, pero jamás he renunciado a ponerles mi sello personal. Por ejemplo, yo he cantado mucha zarzuela con mi propio estilo porque el público así lo reclamaba. Cuando la gente lo escuchaba decía "ese es Manolo Escobar". Considero que un buen artista no debe renunciar a ese privilegio, aunque haya críticos a quien no les guste.

El orgullo que siente por su carrera no ha de confundirse con la vanidad ni con el conformismo.

Aunque estoy totalmente satisfecho, sin lugar a dudas pienso que lo podría haber hecho mejor. No sé dónde está el techo ni cuántos escalones quedan por subir, pero estoy en ello y trato de mejorar cada día, admite.

Reconocido admirador de Manolo Caracol y Camarón de la Isla, sus gustos musicales no se limitan sólo al ámbito en el que él ha alcanzado fama y notoriedad, sino que se extienden a gran parte de los géneros y autores.

En plena fiebre de The Beatles, yo seguía quedándome con Frank Sinatra. Eso sí, la música que prefiero escuchar cuando voy en el coche es la zarzuela, sobre todo preludios e intermedios. Y, como es lógico, ahora también me gusta Operación Triunfo. Al margen de la parafernalia que existe alrededor de estos chicos, hay que reconocer que algunos lo hacen muy bien. ¡Sobre todo mi paisano David Bisbal!.

Manolo Escobar asiste tranquilo a los cambios que se producen en el panorama musical y los atribuye a la evolución de los tiempos.

Las promociones ahora son brutales -asegura-. La televisión saca al artista en todos sus programas y, al final, consigue que todo el mundo conozca su música. Cuando yo empezaba a cantar, la gente tenía que ir a los teatros a escucharme y sólo compraban el disco si les gustaba. Hace años, los discos los compraban los adultos y no los niños. Hoy, son los jóvenes los que consumen más música. De hecho, si un padre tiene un CD de Manolo Escobar, es posible que su hijo se lo haya regalado por su cumpleaños.

Las tendencias de un mercado musical cada día más globalizado han contribuido notablemente al descenso de la producción de canción española.

Ahora hay chicos jóvenes que cantan copla estupendamente, pero prefieren dedicarse a otros géneros porque tienen mayor aceptación y son más reclamados. La canción moderna tiene futuro; con la copla, veremos a ver qué pasa. Y lo digo yo, a quien no me van a perjudicar en nada, porque el que quiera escuchar un pasodoble tendrá que acudir a Manolo Escobar», explica divertido.

Pero no sólo de música vive el hombre. El cantante almeriense se confiesa enganchado a la televisión («me lo veo todo, hasta los anuncios»), amante del cine actual («el DVD es el causante de mis desvelos») y apasionado del arte contemporáneo. «Antes prefería la pintura de finales del XIX y comienzos del XX, las escuelas catalana y valenciana: Sorolla, Nonell, Mir, etc. Pasó el tiempo, me aficioné al arte abstracto y me convertí en un coleccionista compulsivo. Siempre que iba a una subasta tenía que adquirir un cuadro, porque si no, regresaba a casa insatisfecho. Llegó un momento en que tuve que imponerme no comprar más».

Tras dos años de abstinencia compradora, sus fondos pictóricos volvieron a crecer, aunque ahora, con un criterio distinto:

Ya sólo compro lo que realmente me gusta; eso sí, siempre con sentido común. Tengo obras de algunos pintores que hoy día valen mucho dinero, pero que cuando me hice con ellas eran mucho más asequibles. Nunca me he asesorado por nadie, me he guiado según mi criterio, y he formado una colección que no está nada mal. De hecho, últimamente he comprado pocas cosas porque no creo que haya pintores contemporáneos interesantes de los que yo no tenga algo.

Una de sus más recientes apariciones públicas ha sido un anuncio para televisión que recurre al estribillo de su canción más conocida y por la que ha tenido que «soportar» continuos chascarrillos:

Llevaba más de 30 años buscando mi carro y no había manera..., pero ahora, han llegado las Páginas Amarillas y lo han encontrado con una facilidad pasmosa», bromea. Aunque ya había trabajado en campos tan diversos como el cine, el teatro, la radio o la televisión, esta experiencia publicitaria le ha resultado muy enriquecedora. «El anuncio fue dirigido por la realizadora Isabel Coixet, una mujer encantadora. Además, me pusieron muchas facilidades para que se rodara cerca de mi casa. Estoy muy satisfecho porque ha quedado muy bien y tiene mucha gracia».

A pesar de su incursión en esta nueva faceta, Manolo Escobar tiene muy claras cuáles son sus preferencias profesionales. «Me considero un artista de escenario. Tienes un público delante que ha pagado una entrada para verte y que te aplaude si estás bien, y también te hace saber si no le has gustado. Esa incertidumbre es lo más bonito del mundo», concluye.

Manolo Escobar se ha sometido recientemente a una intervención quirúrgica de sustitución de válvula aórtica por una prótesis biológica. En esta operación, se le practicó, también, un doble «by-pass» en una arteria coronaria. La insuficiencia cardíaca se evidenció durante un crucero que el cantante realizaba con su esposa.

Una noche estaba algo indispuesto, me subió la tensión y se me manifestó un edema pulmonar. La tripulación del barco alertó a mi mujer de las pocas posibilidades que tenía de salir con vida. Por fortuna, llegamos rápido al puerto de Roma, y me trasladaron a una clínica con una fantástica unidad coronaria. De regreso a España, tuve que someterme a una intervención urgente, cuyo resultado ha sido inmejorable.

Su ritmo de vida no ha cambiado demasiado tras el paso por el quirófano, aunque sí reconoce haber modificado algunos hábitos. «Madrugo un poco más; desayuno tostadas con aceite de oliva y un café; después, me marcho a pasear, por ahí. Me dicen: "Manolo, qué buen color tienes". Y es verdad... es el color de Benidorm».
Pero la enfermedad ha tenido también su lado positivo, ya que le ha confirmado el cariño del público. «Francamente, yo no podía imaginarme que hubiera tanta gente apegada a mí y que sufriera por lo que me pasase. Me han llamado llorando, me paran por la calle, me preguntan cómo estoy y me dan muchos ánimos».

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