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COCIDITO
MADRILEÑO. No me hable
usté
de los banquetes que hubo en Roma.
Ni del menú
del hotel Plaza en Nueva York.
Ni del faisán
ni los foagrases de paloma,
ni me hable usté
de la langosta Thermidor.
Porque es que a mí,
sin discusión, me quita el sueño
y es mi alimento y mi placer
la gracia y sal
que al cocidito madrileño
le echa el amor de una mujer.
Cocidito madrileño,
repicando en la buhardilla,
que me huele a yerbabuena
y a verbena en las Vistillas.
Cocidito madrileño
del ayer y del mañana.
Pesadumbre y alegría
de la madre y de la hermana.
A mirarte con ternura
yo aprendí desde pequeño.
Porque tú eres gloria pura,
porque tú eres gloria pura,
cocidito madrileño. NO
ME QUIERAS TANTO. No
me quieras tanto
ni llores por mí.
No vale la pena
que por mi cariño
te pongas así.
Yo no sé quererte
lo mismo que tú,
ni pasar la vida
pendiente y esclavo
de esta esclavitud.
Por lo que más quieras,
sécate ese llanto.
Hay que estar alegres,
mírame y aprende.
No me quieras tanto. FRANCISCO
ALEGRE. En
los carteles
han puesto un nombre
que no lo quiero mirar:
Francisco Alegre, y olé.
Francisco Alegre y olá.
La gente dice
"vivan los hombres"
cuando lo ven torear.
Tú estás rezando por él
con la boquita cerrá.
Desde la arena
te dice: "Niña morena,
¿por qué me lloras,
carita de emperaora?
Dame tu risa, mujer,
que soy torero andaluz
y llevo al cuello
la cruz de Jesús
que me diste tú".
Francisco Alegre, corazón mío,
tiende su capa sobre la arena
del redondel.
Francisco Alegre tiene un vestío
con un te quiero que entre suspiros
yo le bordé.
Torito bravo, no me lo mires
de esa manera.
Deja que adorne tus rizos negros
con su montera.
Torito noble, ten compasión,
que entre bordaos lleva encerrao,
Francisco Alegre y olé, mi corazón. MACARENA. De
noche cuando me acuesto
le rezo a la Virgen de la Macarena.
Y allí en mi cuarto, solito,
a mi Virgencita
le cuento mis penas.
Y de corazón le pido
que la hembra que me quiera,
mientras que en el mundo viva,
no me sea traicionera.
Y si lo consigo,
y si lo consigo le pongo una vela
a mi virgencita,
a mi virgencita de la Macarena. OJOS
VERDES. Ojos
verdes,
verdes como la albahaca.
Verdes como el trigo verde
y el verde verde limón.
Ojos verdes verdes
con brillo de faca,
que se han clavaíto
en mi corazón.
Pa mí ya no hay soles,
luceros ni luna.
No hay más que unos ojos
que mi vida son.
Ojos verdes,
verdes como la albahaca. EL
BESO. El
beso, el beso,
el beso en España
lo lleva la hembra
muy dentro del alma.
Le puede usted besar en la mano,
le puede dar un beso de hermano.
Y así, la besará cuanto quiera,
pero un beso de amor
no se le dan a cualquiera. MADRID. Madrid,
Madrid, Madrid,
pedazo de la España en que nací.
Por algo te hizo Dios
la cuna del requiebro y del chotís.
Madrid, Madrid, Madrid,
en Méjico se piensa mucho en tí.
Por el sabor
que tienes tus verbenas,
por tantas cosas buenas
que soñamos desde aquí.
Y vas a ver
lo que es canela fina
y armar la tremolina
cuando llegues a Madrid. ROCIO. Rocío,
ay, mi Rocío,
manojito de claveles,
capullito florecío.
De pensar en tus quereres
voy a perder el sentío.
Porque te quiero, mi vía,
como nadie te ha querío.
Rocío, ay, mi Rocío. AMANTE
DE ABRIL Y MAYO. Amante
de abril y mayo,
morena de mi pasión.
Te llevo como a caballo
sentada en mi corazón.
Me están doliendo los centros
de tanto quererte a ti.
Me corre venas adentro
tu amor de mayo y abril.
Desde los pies a la boca,
que aprendan todas de tí,
ay, ay, de ti,
a querer como las locas. TRES
VECES GUAPA. Cuando
me miras, morena,
de adentro del alma
un grito se escapa
para decirte muy fuerte:
Guapa, guapa, guapa.
Y es que tu cara agarena
me roba la calma
con gracia chulapa.
Y te diré hasta la muerte
guapa, guapa, guapa. LA
ZARZAMORA. ¿Qué
tiene la Zarzamora
que a todas horas
llora que llora
por los rincones?
Ella, que siempre reía
y presumía de que partía
los corazones.
Del querer hizo la prueba
y un cariño conoció,
que la trae y que la lleva
por la calle del dolor.
Los flamencos del colmao
la vigilan a deshora,
porque se han empestillao
al saber del querer desgraciao
que embrujó a la Zarzamora. LA
PARRALA. Que
sí, que sí, que sí, que sí,
que a la Parrala le gusta el vino.
Que no, que no, que no, que no,
ni el aguardiante ni el marrasquino.
Que sí, que sí, que sí, que sí,
que si no bebe no pué cantar.
Que no, que no, que no, que no,
que sólo bebe para olvidar. EN
TIERRA EXTRAÑA. Mas
de pronto se escuchó
un gramófono sonar.
Callad todos, dije yo...
Y un pasodoble se oyó
que nos hizo recordar.
Oyendo
esa música,
allá en tierra extraña,
ya nadie reía, ya todos lloraban.
Oyendo esa música,
allá en tierra extraña...
Era el pasodoble español
"Suspiros de España".
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