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Recuerda, mujer, el
día
cuando, tímido y sincero,
te ofrecí con un te quiero
el amor que yo sentía.
Tú, que bien me conocías
sabías cuán grande era
y que yo mi vida entera
a tus plantas te rendía.
Estribillo:
Qué bien me conocías,
mujer,
qué bien me conocías,
que un amor como el mío
jamás lo encontrarías.
Pero también sabías,
mujer,
porque me conocías,
que una mala jugada
no la perdonaría.
Y ahora lloro tu ausencia,
porque desde aquel día
tú no estás a mi lado,
mujer,
porque me conocías.
Jamás
sabrás el tormento
que puede sufrir un hombre
que vive odiando tu nombre
y muere de amor por dentro.
Que bebe para olvidarte
y llora para no verte
y rie pa no llamarte,
y lucha por no quererte.
Estribillo.
Tú
no estás a mi lado, mujer...
¡Qué bien me conocías! |
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