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Apoyá
en el quicio
de la mancebía
miraba apagarse
la tarde de mayo.
Granada a lo lejos,
de luz encendía,
cuando ante su puerta
paré mi caballo.
Serrana, ¿me das candela?,
con pasión le pregunté.
Ven y tómala en mis labios,
que yo fuego te daré.
Salté del caballo,
de cerca la ví,
y fueron dos verdes
luceros de mayo
sus ojos pa mí.
Estribillo:
Ojos
verdes,
verdes como la albahaca.
Verdes como el trigo verde
y el verde verde limón.
Ojos verdes verdes
con brillo de faca,
que se han clavaíto
en mi corazón.
Pa mí ya no hay soles,
luceros ni luna.
No hay más que unos ojos
que mi vida son.
Ojos verdes,
verdes como la albahaca.
Verdes como el trigo verde
Y el verde verde limón.
Vi frente a sus ojos
despuntar el día
y sonó más triste
que nunca la Vela.
Al besar su boca
en la despedía
dejaba en mis labios
sabor a canela.
Serrana, para un vestío
te quisiera regalar.
Anda, niño, estás cumplío,
no me tienes que dar na.
Subí en el caballo,
la cara volví,
y nunca otra noche
más bella de mayo
he vuelto a vivir.
Estribillo.
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