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A
la orillita del Darro
liaba un cigarro,
serrana, aquel día,
cuando pasaste ojerosa,
igual que una rosa,
frente ami herrería.
Por Graná seguí tus clisos,
y en tu olor me emborraché,
embrujao por el hechizo
de tu boca de clavel.
Estribillo:
Yo
me he vuelto loco,
y voy de cariño
herío de muerte.
Pues, poquito a poco,
como a ti te gusta,
no puedo quererte.
Soy fragua encendía,
y to lo que toco
lo suelo quemar.
¿Qué voy a decirte,
compañera mía, ay, ay,
compañería mía,
si estoy por tus huesos
loquito de atá?
Cuando
de mí te alejaste,
la sangre paraste,
cariño, en mis venas,
y entre mis manos de herrero
murió un que te quiero
temblando de pena.
Como un perro espavorío
voy y vengo por Graná,
y te busco en mis sentíos
repitiendo aquel cantar:
Estribillo. |
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