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La luna en el campo
al chiquillo
con quites de luz le ayudó.
Después, cuando ya fue torero,
de su luna se olvidó.
Y un día, esperando la hora
en el contraluz del portón,
la sombra de un vago presagio
se metió en su corazón.
Estribillo, 2 veces:
Sintió el clarín al llamar,
clavó sus puñales en él.
Buscó, sin saber para qué,
en un cielo de sol,
a su luna de ayer.
Silencio
de noche en la plaza,
la luna a la arena miró.
Tenía claveles de sangre,
y llorando se marchó.
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