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Con
mi caballo subí a los carteles.
Sobre sus lomos llegué a ser figura.
Iba en busca de los toros
como un gallo de pelea,
obediente a mi cintura.
Esa tarde no estaba contento,
le noté algo raro ese día.
Y besando su cuello un momento,
qué sudores le caían.
Y yo le dije: vamos, valiente,
que tenemos que lucirnos
a los ojos de la gente.
Estribillo:
Con mi caballo me sentía centauro,
y como tal a la gente divertía.
Dos mariposas parecían sus manos,
y era su crin de mantones de manila.
Y sus patas y su cola
eran como un vendaval.
Pero un día le fallaron
y le vino la corná.
A
mi caballo lo hirió un toro bravo
Y en sus miradas noté que decía:
por la boca de mi herida
siento penetrar la muerte
acabando con mi vía.
Y lloraba lo mismo que un hombre,
pero no le dolía la muerte.
Le dolían los tiempos de tardes
que esperaban a mi suerte.
Caballo mío, ay mi tesoro:
Si te salvas te prometo
retirarme de los toros.
Estribillo.
Adios,
caballo, adios, caballo.
Adios, caballo,
sin ti no toreo más.
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