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Un
matrimonio por el dinero
puso mi alma en una prisión.
Yo no sabía lo mal que acaba
el que comercia con el amor.
En otros ojos me ví perdido,
con ansia loca de libertad.
Y como el ave que deja el nido,
abrí las alas y eché a volar.
¡Cuánta ilusión para un hombre
que encuentra amor de verdad!
Es como nacer de nuevo
para volver a empezar.
Pero en el fondo del pecho,
a veces siento temblar
un suspiro por aquello,
ay, por aquello
que sólo te da un hogar.
Pero
el amor que no se recibe
santificado en un altar,
apenas puede entregar la dicha
con que soñaba mi libertad.
Supe que un hijo me reclamaba
un apellido con el honor.
Y, cual ladrón que se entrega solo,
volví a las rejas de mi prisión.
Todo fue sueño y quimera.
Ya me tocó despertar.
Y he buscado una sonrisa
para no echarme a llorar.
Pero en el fondo del pecho
yo siento que tiembla ya
otro amor que sólo existe
ay, sólo existe
tras la reja de un hogar.
Tras
la reja de un hogar.
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