Voy
a contarles a ustedes
lo que a mí me ha sucedío.
Fue la emoción más profunda
que en mi vida yo he sentío.
Fue en Nueva York, una nochebuena,
que yo preparé una cena
pa invitar a mis paisanos.
En la reunión, toda de españoles,
entre palmas, vino y oles,
por España se brindó.
Como
estaba prohibido por la ley seca,
allí nadie bebía vino de España.
Yo pagué a precio de oro una receta,
para que se nos diera vino español.
Vino español, vino español.
El
vino
de nuestra tierra
bebimos en tierra extraña.
Qué bien que sabe ese vino
cuando se bebe
lejos de España.
Por ella brindamos todos
y fue noche de emoción:
la nochebuena más buena
que soñar pudo un español.
Mas
de pronto se escuchó
un gramófono sonar.
Callad todos, dije yo...
Y un pasodoble se oyó
que nos hizo recordar.
Oyendo
esa música,
allá en tierra extraña,
ya nadie reía, ya todos lloraban.
Oyendo esa música,
allá en tierra extraña...
Era el pasodoble español
"Suspiros de España". |