|
Yo
nací con un defecto
que puede serme fatal,
y es que me gustan las chicas
algo más de lo normal.
En cuanto veo una señora
un poco fenomenal,
mis amigos, alarmados,
me suelen aconsejar:
Estribillo:
Calma ese fuego, muchacho.
Muchacho, serenidad.
¿Cómo quereis que me calme,
si esto es una enfermedad?
Y la calma sólo llega
cuando la mano se va
y otra mano delicada
te suelta una bofetá.
El
otro día una nena
me miró con languidez,
y me dió un escalofrío
de la cabeza a los pies.
Y temiendo que ocurriera
alguna barbaridad,
mis amigos, en seguía,
se pusieron a cantar:
Estribillo.
Te suelta una bofetá.
|
|