En la tumba de un soldado
una novia que aún recuerda
su pasión,
unas flores ha dejado
y musita con nostalgia
una oración.
Fue tu vida que sembraste
con un sueño que a tu pueblo
conmovió.
Fue la vida y no tuviste
el consuelo de saber
que floreció.
Estribillo, 2 veces:
Los laureles se han secado
en los campos de batalla
del ayer.
Y hoy las rejas del arado
han abierto nuevos surcos
a la sed.
Otras manos siembran trigo,
otros brazos ciñen hoy
mi corazón.
Y en el pueblo que has dejado,
nacen otros horizontes
de ilusión.
Fue tu vida lo que diste,
fue tu sangre que esta tierra
enrojeció.
Fue la vida y no tuviste
el consuelo de saber
que floreció.
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