Allá
por la tierra mora
se escucha el triste lamento
de un moro que canta y llora
por el vergel de sus sueños: Tú mereces ser
jardín de Alá.
Por ti un rey moro suspiró.
Yo también suspiro en mi cantar,
ay, Alhambra de mi corazón.
Ay de mi Alhambra,
ay de mi Alhambra. Todavía siento
el dulce aroma
de tus flores al brotar.
Nunca olvidaré tus fuentes
rumorosas de dulce cantar.
Ay, de mi Alhambra,
ay de mi Alhambra. Por esto te mando con
amor
mi alma que va en este cantar.
Porque voy muriendo de dolor
de pensar que no te veré más. Ay de mi Alhambra,
ay de mi bella Granada.
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