|
La
vecinita de enfrente, no, no,
no tiene los ojos grandes, no, no.
Ni tiene el talle de espiga, no, no,
ni son sus labios de sangre.
Nadie se acerca a su reja,
nadie llama a sus cristales,
que sólo el viento de noche.
es quien le ronda la calle.
Y los
niños cantan
a la rueda, rueda,
esta copla triste
que el viento se lleva:
A la
lima y al limón.
Tú no tienes quién te quiera.
A la lima y al limón.
Te vas a quedar soltera.
Qué penita y que dolor,
qué penita y que dolor.
La vecinita de enfrente
solterita se quedó.
Solterita se quedó,
a la lima y al limón.
La
vecinita de enfrente, no, no,
nunca pierde la esperanza, no, no,
y espera de noche y día, sí, sí,
aquel amor que no pasa.
Se han casado sus amigas,
se han casado sus hermanas,
y ella compuesta y sin novio
se ha quedado en la ventana.
Pero el tiempo pasa
y ya los chiquillos
cantan en la plaza
un nuevo estribillo:
A la lima y al limón.
No te
quedarás soltera.
A la lima y al limón,
Que tendrás ya quien te quiera.
Con dinero y con amor,
con dinero y con amor,
un hombre vendrá a tu puerta
a robarte el corazón.
Y tu pena se acabó.
A la lima y al limón.
|
|